“¡Quiero estar bien ya!,
¡Quiero quitarme la ansiedad ya!, ¡Quiero que mi hijo cambie ya!”.
Estos mensajes, bien de una
forma explícita o implícita, son frecuentes en las consultas de los psicólogos.
Seguramente son igual de frecuentes en las consultas de cualquier profesional
de la salud.
No descubro nada nuevo, si digo
que vivimos en la sociedad del ¡Ya! La publicidad, la televisión, los medios de
comunicación, Internet, han conseguido que nuestras sociedades se transformen
en enormes factorías de consumo de lo inmediato. Todo tiene que ser rápido, el
deseo debe satisfacerse inmediatamente. Se nos ha enseñado y hemos aprendido
que todo debe ser ¡ya!, acción y reacción.
Las circunstancias de la vida
que requieren tiempo, parecen incomodarnos, molestarnos. Solemos considerarlas
como algo secundario, pesado, aburrido, innecesario…
Aprender requiere tiempo, el
amor requiere tiempo, el desamor, por cierto, también. Curarse bien un
resfriado, la buena amistad, equivocarse, darse cuenta, un buen libro. Resulta
que la mayoría de las cosas que merecen la pena requieren su tiempo.
En psicología, la mayoría de
los trastornos, de los problemas, se van fraguando con el paso del tiempo. La
mala comunicación interpersonal, el apego no percibido por el niño, la
ansiedad, la “mala conducta en clase”, los problemas de pareja, son
circunstancias que requieren del paso del tiempo para convertirse en problemas.
Siempre que he buscado seguir
formándome profesionalmente, es decir, continuamente, he intentado encontrar
las mejores técnicas, las más eficaces, las que sanen más rápidamente a los
pacientes. Pero es ahora cuando empiezo a darme cuenta del valor de la palabra proceso. La psicología es proceso, la
vida es proceso. Las personas enfermamos por un proceso, amar es un proceso,
criar a los hijos es un proceso.
Las tres primeras acepciones de
la RAE (http://www.rae.es/) para la palabra
proceso son:
1.
m. Acción de ir hacia delante.
2.
m. Transcurso del tiempo.
3.
m. Conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno
natural o de una operación artificial.
Las técnicas
de tratamiento en psicología, requieren de un proceso. Entender, incorporar,
practicar…, da igual el modelo psicológico desde el que se trate al paciente.
Muchas de las técnicas de intervención requieren tiempo y práctica para
conseguir su eficacia.
La Caja de Arena, como
herramienta técnica de tratamiento, es uno de los más hermosos, fascinantes,
misteriosos y eficaces métodos de trabajo terapéutico tanto con niños, como con
adultos. Como toda herramienta terapéutica, hay pacientes con los que funciona
mejor y otros que no se benefician especialmente de su uso. En mi experiencia, siempre que un paciente elige la
Caja de Arena, sea niño o adulto, como una de sus herramientas de trabajo, siempre, ocurre un proceso. Un
camino íntimo y personal, por el que el paciente transita, que le lleva a un
cambio. Requerirá más o menos tiempo, más o menos sesiones, más o menos Cajas,
pero al final el niño o el adulto implementan un cambio positivo en su proceso
terapéutico.
La mayoría de
las veces, como terapeuta, además de apoyar y acompañar, sólo puedo establecer
hipótesis, sobre cuál ha sido el proceso que ha transitado el paciente. Qué ha
“puesto en juego” en sus Cajas de Arena. Mediante las imágenes (trato siempre
de fotografiar, con permiso de mis pacientes, sus diferentes cajas), consigo
hacerme una idea de los elementos psicológicos y emocionales, los símbolos y
los cambios que el paciente ha desarrollado en sus cajas.
De lo que
estoy completamente seguro es de que el trabajo terapéutico con Caja de Arena
siempre promueve un cambio, un movimiento que transforma positivamente al
individuo.
Convencer a los pacientes, o a
los padres de los pacientes de que su malestar forma parte de un proceso y de
que su mejoría o su curación forman parte del mismo proceso, es de las cosas
más fundamentalmente difíciles que encuentro en mi trabajo.
Sin duda, La
Caja de Arena es una poderosa herramienta que permite mostrar al paciente, que
su vida “es un proceso” y que su sanación es y está en el proceso.
Juan José García
Gutiérrez
Psicólogo – Terapeuta de
Juego
Septiembre 2017
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